En la tarde del 3 de septiembre, lo que pareció ser un catastrófico tornado sacudió las apacibles playas de Tubará, Atlántico, sumiendo a pobladores y turistas en un estado de alarma y caos inesperado. Testigos presenciales documentaron los minutos de pánico a través de las redes sociales, compartiendo impactantes videos que mostraban a una multitud intentando alejarse de lo que inicialmente se percibió como un tornado. Sillas, mesas y otros objetos volaban alocadamente, impulsados por los feroces vientos del fenómeno.
Sin embargo, minutos después, las autoridades del Cuerpo de Bomberos del Atlántico emitieron un comunicado aclaratorio, desmintiendo la presencia de un tornado en la zona. En su lugar, afirmaron que se trataba de una tromba marina, un fenómeno meteorológico diferente que suele confundirse con los tornados debido a sus características visuales similares.
La tromba marina es una masa de nubes de pequeño diámetro que desciende desde un cúmulo hasta la superficie del mar, lago o tierra, creando un movimiento giratorio. Aunque menos destructiva que un tornado, aún representa un peligro significativo para quienes se encuentran en su trayectoria.
Este incidente en las playas de Tubará dejó al menos 10 personas heridas. Aunque no hubo pérdida de vidas, los daños materiales fueron notables, especialmente para los comerciantes locales, quienes se vieron afectados en gran medida. Algunos de ellos perdieron la totalidad de sus productos a causa de la tromba marina. Además, varias mesas y sillas destinadas al alquiler para turistas quedaron destrozadas por la fuerza del viento.
Para comprender mejor la diferencia entre un tornado y una tromba marina, es fundamental conocer cómo se forman y cómo operan. Un tornado es una acumulación de columnas de aire que giran a gran velocidad mientras se extienden de manera simultánea. Estos fenómenos pueden variar en tamaño, desde tornados pequeños hasta masivos. Un tornado de gran magnitud puede generar la destrucción de edificios, mover vehículos y hacer que escombros y objetos contundentes sean arrojados violentamente.
La formación de un tornado ocurre cuando la nube que rodea las columnas de viento toca el suelo, creando vientos giratorios que pueden alcanzar velocidades de hasta 80 metros por segundo. Esto, combinado con la depresión que se forma en el interior de las columnas, contribuye a la potencia y destructividad de un tornado.
Los tornados no se registran típicamente a través de estaciones meteorológicas, sino que se evalúan utilizando la Escala Fujita, que clasifica estos fenómenos en función de los daños que causan. En esta escala, un tornado de nivel F0 se considera débil, con vientos que varían entre 105 y 137 kilómetros por hora, mientras que el nivel más alto es F5, caracterizado por vientos que pueden alcanzar hasta 322 kilómetros por hora.
A pesar de la confusión inicial en las playas de Tubará, la rápida respuesta de las autoridades y la información proporcionada por el Cuerpo de Bomberos del Atlántico ayudaron a tranquilizar a la comunidad. Sin embargo, este incidente sirve como recordatorio de la importancia de comprender los fenómenos meteorológicos y estar preparados para reaccionar ante situaciones de emergencia, incluso en lugares donde estos eventos son poco frecuentes.