Un violento ataque en la vía Panamericana, que conecta las ciudades de Cali y Popayán, ha dejado un saldo trágico de cuatro personas muertas y cinco heridas, según informan las autoridades locales. El suceso ocurrió cuando un vehículo del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec) fue emboscado por un grupo armado en un tramo de la carretera, lo que desencadenó un tiroteo fatal que ha conmocionado al país. Entre las víctimas se encuentra Manuel Octavio Bermúdez, también conocido como el ‘Monstruo de los cañaduzales’, uno de los criminales más temidos de Colombia, quien cumplía una condena por el asesinato y abuso de al menos 21 niños en la década de 1990.
Bermúdez, apodado por la prensa como un “imitador de Garavito” por la similitud de sus crímenes con los del infame Luis Alfredo Garavito, fue capturado en 2003 tras una intensa investigación que lo vinculó a múltiples homicidios en el Valle del Cauca. Sus víctimas, en su mayoría niños de bajos recursos, fueron engañadas y posteriormente brutalmente asesinadas en los cañaduzales de esta región. La crueldad de sus actos lo convirtió en uno de los criminales más repudiados por la sociedad colombiana.
Emboscada mortal
El vehículo del Inpec en el que viajaba Bermúdez formaba parte de un convoy encargado de trasladar a varios reclusos hacia una cárcel de mayor seguridad. Según las primeras versiones de las autoridades, el ataque ocurrió en un sector de la vía Panamericana, conocido por ser una zona de alta actividad de grupos armados ilegales. Fuentes cercanas al caso señalaron que los atacantes utilizaron armas de largo alcance para emboscar el vehículo, generando una balacera en la que murieron dos guardianes del Inpec, identificados como el inspector Óscar Darío Bravo Pasuy y el dragoneante Michel Carlosama Pechene.
Las autoridades investigan si el ataque estaba dirigido específicamente contra alguno de los reclusos o si se trató de una acción general de intimidación contra las fuerzas del orden. Sin embargo, el asesinato de Bermúdez ha despertado especulaciones sobre un posible ajuste de cuentas, dada la notoriedad de su figura en el mundo criminal y la violencia con la que fue ejecutado el ataque.
Manuel Octavio Bermúdez: un nombre marcado por la infamia
Manuel Octavio Bermúdez ingresó en los anales de la criminología colombiana a principios de la década del 2000, cuando las autoridades lograron capturarlo y vincularlo con una serie de homicidios y abusos sexuales que estremecieron al Valle del Cauca. El apodo de “Monstruo de los cañaduzales” lo recibió por la zona en la que se encontraron los cuerpos de sus víctimas: vastos campos de caña de azúcar, un paisaje común en esta región del país.
Bermúdez aprovechaba su posición como vendedor de helados y su apariencia de hombre común para acercarse a niños vulnerables, a quienes ofrecía dulces para luego llevarlos a lugares apartados y cometer sus atroces crímenes. Sus acciones trajeron a la memoria los horrores de Garavito, conocido como “La Bestia”, quien fue responsable de uno de los casos de asesinato en serie más impactantes de la historia de Colombia.
La captura de Bermúdez en 2003 fue el resultado de una investigación que había puesto en alerta a la sociedad y a las autoridades por la frecuencia de los asesinatos de niños en la región. Su juicio y posterior condena a una pena de más de 40 años de prisión fue un pequeño alivio para las familias de las víctimas, aunque las secuelas emocionales de sus actos dejaron cicatrices profundas en la comunidad.
Un ataque que enciende alarmas
La emboscada que acabó con la vida de Bermúdez y los otros tres fallecidos ha generado un intenso debate sobre la seguridad de los traslados de prisioneros en zonas de alto riesgo y la capacidad del Estado para proteger a sus funcionarios y reclusos en circunstancias tan peligrosas. La zona donde ocurrió el ataque ha sido escenario de múltiples incidentes de violencia en el pasado, debido a la presencia de grupos armados ilegales que operan en la región, incluidos disidencias de las FARC y bandas criminales dedicadas al narcotráfico.
Aunque las investigaciones aún están en curso, la tragedia ha generado indignación y preocupación tanto en el ámbito penitenciario como en la opinión pública. Este incidente no solo expone las vulnerabilidades del sistema penitenciario en contextos de conflicto armado, sino que también deja un cuestionamiento sobre el manejo de figuras de alto perfil como Bermúdez, cuyo historial criminal lo hacía un objetivo potencial.
Mientras las autoridades tratan de esclarecer las circunstancias detrás del ataque, el país sigue conmocionado por la muerte de este criminal, cuyo nombre permanecerá para siempre ligado a uno de los capítulos más oscuros de la historia reciente de Colombia.