La situación en Bolivia se ha vuelto cada vez más crítica después de 19 días de bloqueos ininterrumpidos en diversas carreteras del país, liderados por sectores leales al ex presidente Evo Morales. A pesar de los intentos de Morales por apaciguar la situación, sus seguidores han decidido continuar con las protestas, desafiando no solo al actual presidente, Luis Arce, sino también al mismo Morales, quien solicitó una pausa para evitar un aumento de la violencia. Esta confrontación ha exacerbado las divisiones en el país, profundizando una crisis que amenaza con tener serias repercusiones en la economía y la estabilidad política de Bolivia.
En declaraciones transmitidas por la radio Kawsachun Coca, el dirigente campesino Humberto Claros manifestó que las bases y organizaciones no están dispuestas a aceptar ningún “cuarto intermedio” en las protestas. “El bloqueo nacional de caminos persiste y se intensificará con mayor fuerza y contundencia”, aseguró Claros, enfatizando el compromiso de los manifestantes con sus demandas.
Desalojo ordenado por Arce y la respuesta de los seguidores de Morales
Ante la inminente paralización de actividades y el impacto negativo de los bloqueos en la economía, el presidente Luis Arce ha respondido con operativos conjuntos de desalojo en algunas de las rutas más críticas del país, como la carretera que conecta Cochabamba con la región occidental. Sin embargo, esta intervención ha sido duramente criticada por los seguidores de Morales, quienes acusan al gobierno de actuar de manera “criminal” y “dictatorial” contra el derecho de protesta de los manifestantes. Para ellos, las medidas de Arce representan una represión que profundiza las tensiones internas.
Los sectores afines a Morales ven en los bloqueos una forma legítima de presión para ser escuchados por el gobierno y lograr una respuesta a sus demandas. Morales, quien en años pasados fue el líder indiscutible del Movimiento al Socialismo (MAS) y presidente de Bolivia, mantiene una relación cada vez más tensa con Arce, su ex ministro y actual presidente. La confrontación entre ambos se ha intensificado desde 2021, cuando surgieron diferencias en torno a la dirección política del MAS y las decisiones del actual gobierno.
Crisis económica y desabastecimiento
Los bloqueos han tenido un impacto devastador en la economía boliviana, que ya se encontraba en una situación delicada. Se estima que el país ha perdido aproximadamente 1.700 millones de dólares debido a la paralización de actividades, agravando la inflación y el desabastecimiento de productos básicos, incluidos alimentos y combustibles. La situación es especialmente grave en el departamento de Santa Cruz, la región económica más importante de Bolivia, que se ha visto aislada en gran parte debido a los bloqueos.
El propio Evo Morales ha solicitado a sus seguidores considerar un “cuarto intermedio” en las protestas. Morales argumenta que, aunque respalda las demandas de los manifestantes, es crucial evitar una escalada de violencia que podría llevar a “hechos de sangre”. No obstante, las palabras de Morales no han sido suficientes para detener el movimiento, y algunos líderes señalan que su intención no es ceder sino mantener la presión sobre el gobierno de Arce hasta que sus demandas sean atendidas.
Huelga de hambre de Morales y su intento de diálogo
Como un acto de presión adicional, Morales ha iniciado una huelga de hambre desde el Trópico de Cochabamba, su bastión político, exigiendo al gobierno de Arce que acceda a dialogar con los sectores inconformes. Esta huelga, que ha generado gran repercusión tanto dentro como fuera de Bolivia, busca sensibilizar a la administración actual para que actúe ante las necesidades de sus seguidores.
Morales, sin embargo, enfrenta críticas tanto de sus opositores como de sus mismos aliados, quienes aseguran que el conflicto actual tiene sus raíces en las políticas de confrontación que él mismo instauró durante su mandato. Morales ha respondido a estas acusaciones afirmando que sus esfuerzos han estado orientados a evitar el uso de medidas extremas como el bloqueo, aunque asegura que la falta de atención por parte del gobierno de Arce ha dejado a los manifestantes sin alternativas.
Un futuro incierto para Bolivia
La crisis política y social en Bolivia sigue sin resolverse, y el enfrentamiento entre Morales y Arce ha llevado al país a una situación de alta inestabilidad. Con rutas clave todavía bloqueadas, desabastecimiento en varias regiones y una economía en declive, Bolivia enfrenta un panorama incierto. Los llamados de Morales para detener los bloqueos han caído en oídos sordos, y el gobierno de Arce continúa bajo presión para ofrecer soluciones que logren calmar a los sectores inconformes.
Las medidas represivas, por su parte, han sido duramente criticadas y solo han servido para aumentar las acusaciones de autoritarismo contra el gobierno de Arce. En este contexto, la posibilidad de un diálogo genuino parece ser la única salida para restaurar la paz en un país que se encuentra al borde de un colapso social. Sin embargo, mientras las tensiones persistan y los intereses políticos de las diferentes facciones no se alineen, la solución definitiva podría ser un desafío lejano para Bolivia.