El ayatollah Abas Alí Soleimani, un influyente clérigo iraní y miembro de la Asamblea de Expertos encargada de seleccionar al líder supremo del país, fue asesinado en un ataque armado en la ciudad de Babolsar, en la provincia de Mazandarán, al norte de Irán. El atacante fue detenido, aunque aún no se han revelado detalles adicionales sobre el incidente ni se ha atribuido la responsabilidad del ataque a ningún grupo o individuo.
La agencia de noticias oficial IRNA confirmó el asesinato de Soleimani, citando a una autoridad local. Ruholá Selagi, el subdirector de Seguridad Política de la provincia de Mazandarán, informó que “el asaltante ha sido arrestado gracias a los esfuerzos del aparato de seguridad”, según la agencia de noticias iraní Mehr.
Babolsar, la ciudad donde tuvo lugar el ataque, se encuentra a unos 230 kilómetros al norte de Teherán, a orillas del mar Caspio. Soleimani, de 75 años, había sido el representante del líder supremo del país, el ayatollah Alí Khamenei, en la conflictiva provincia iraní de Sistán-Baluchistán. Además, era miembro de la Asamblea de Expertos, un comité compuesto por 88 miembros encargado de supervisar, destituir y nombrar al líder supremo de Irán.
El ayatollah Soleimani también había dirigido las oraciones semanales del viernes en las ciudades de Kashan, en la provincia central de Isfahán, y Zahedan, en la provincia suroriental de Sistán-Baluchistán.
El asesinato de Soleimani se produce tras un presunto ataque yihadista en la ciudad sagrada de Mashhad, al noreste de Irán, en abril pasado, en el cual murieron dos clérigos y otro resultó herido.
El ataque contra el destacado clérigo iraní representa un desafío para el régimen de Teherán, que debe lidiar con la creciente tensión en la región y la amenaza de acciones violentas contra figuras políticas y religiosas clave. Aunque aún no se ha reivindicado la autoría del ataque, es probable que las autoridades iraníes realicen una exhaustiva investigación para identificar y desarticular a los perpetradores y posibles redes de apoyo.
Este incidente también podría aumentar la preocupación por la seguridad en Irán y llevar a las autoridades a reforzar las medidas de protección para otros líderes religiosos y políticos. Asimismo, podría generar tensiones adicionales en la región, especialmente si se descubre que el ataque fue llevado a cabo por un grupo yihadista o un grupo rival con vínculos internacionales.