La Gran Mancha Roja (GRS) de Júpiter ha sido una de las características más icónicas y misteriosas del sistema solar desde que fue observada por primera vez hace más de 150 años. Esta gigantesca tormenta anticiclónica, lo suficientemente grande como para tragarse la Tierra, ha fascinado a los astrónomos por generaciones. A pesar de su longevidad, el comportamiento de la GRS ha revelado recientemente aspectos sorprendentes que no se habían observado antes, gracias a las nuevas observaciones del Telescopio Espacial Hubble de la NASA.
Entre diciembre de 2023 y marzo de 2024, el equipo de científicos a cargo de las observaciones del Hubble documentó un comportamiento inusual en la Gran Mancha Roja que la hace “latir” como si fuera un ser vivo. Este fenómeno, descrito por la NASA como una oscilación que recuerda a un “cuenco de gelatina”, es una de las revelaciones más importantes sobre la tormenta en décadas. Durante un ciclo de 90 días, el equipo liderado por Amy Simon, del Centro Goddard de Vuelo Espacial de la NASA, capturó imágenes de alta resolución que permitieron observar los cambios de tamaño, forma y color en la tormenta.
Simon explicó que, aunque se sabía que el movimiento de la GRS varía ligeramente en longitud, los científicos no esperaban que su tamaño también fluctuara de la manera que lo ha hecho. Las observaciones mostraron que la forma elíptica de la tormenta se contrae y expande en ciclos, un descubrimiento que ha dejado a los astrónomos perplejos. “Sabemos que las tormentas en Júpiter pueden durar mucho tiempo, pero lo que estamos viendo es que la Gran Mancha Roja está más dinámica de lo que se pensaba”, añadió Simon.
Este estudio, publicado en el Planetary Science Journal, es parte de un programa especial del Hubble que se enfoca en la GRS, más allá de las observaciones anuales regulares que se hacen de los planetas exteriores del sistema solar a través del programa Outer Planet Atmospheres Legacy (OPAL), también bajo la dirección de Simon. El objetivo principal de este proyecto es entender mejor los mecanismos que impulsan las tormentas más grandes del sistema solar y cómo este conocimiento puede aplicarse para mejorar nuestra comprensión de los fenómenos meteorológicos en la Tierra y otros planetas.
Uno de los aspectos más fascinantes que arrojaron las observaciones es cómo la tormenta interactúa con los vientos de Júpiter. Mike Wong, científico de la Universidad de California en Berkeley y co-investigador del estudio, describió cómo la GRS empuja contra los poderosos chorros de viento que la rodean, provocando un “aplastamiento” en la forma de la tormenta. “Es como cuando se aplasta un sándwich; las rebanadas de pan se abultan cuando el relleno en el medio es demasiado”, explicó Wong. Este efecto visual es causado por los fuertes vientos en el norte y el sur de la tormenta, que la mantienen en una latitud fija mientras ella “late”.
Esta latitud fija es otra característica única de la Gran Mancha Roja. A diferencia de otras tormentas en planetas como Neptuno, que pueden moverse libremente en su latitud, la GRS de Júpiter permanece anclada en el hemisferio sur del planeta. Esta estabilidad es parte de lo que la hace tan fascinante para los científicos.
Sin embargo, las observaciones más intrigantes se dieron cuando los investigadores analizaron la luz ultravioleta que emana del núcleo interno de la GRS. Los datos mostraron que cuando la tormenta alcanza su máximo tamaño durante el ciclo de oscilación, el núcleo se vuelve más brillante. Este fenómeno sugiere que en esos momentos hay menos neblina en las capas superiores de la atmósfera de Júpiter, lo que podría estar relacionado con cambios dinámicos en la estructura interna de la tormenta.
Este hallazgo es significativo, ya que indica que la Gran Mancha Roja no es solo un sistema cerrado y constante, sino que está en continuo cambio, lo que plantea nuevas preguntas sobre su futuro. ¿Seguirá contrayéndose hasta desaparecer como algunos han predicho, o mantendrá su tamaño gracias a mecanismos internos que aún no comprendemos completamente?
A medida que el Hubble y otros telescopios continúen observando a Júpiter, los científicos esperan obtener más respuestas sobre el funcionamiento de la Gran Mancha Roja. Este conocimiento no solo enriquecerá nuestra comprensión del sistema solar, sino que también podría ofrecer pistas valiosas sobre cómo se desarrollan y evolucionan las tormentas gigantes en planetas más allá de nuestro sistema, en exoplanetas que orbitan estrellas distantes.
En conclusión, las recientes observaciones del Hubble han demostrado que la Gran Mancha Roja de Júpiter es más dinámica y compleja de lo que se pensaba. Este “latido” detectado en la tormenta es una muestra más de los misterios que aún esconde este gigante gaseoso y de cómo la ciencia sigue avanzando para desvelar los secretos del universo.